Ayuda que no llega
El tiempo se detuvo en la zona rural
Habitantes de algunos sitios de la zona rural de San Isidro, en el cantón Sucre, no han recibido ayuda y siguen sin energía eléctrica desde el terremoto.
Días después del terremoto, Martha Bazurto tuvo que comerse las gallinas que tenía en el patio y los huevos que guardaba para incubar. Fueron tiempos difíciles, recuerda. La comida escaseaba y el agua la recogía de la brisa que por esos días cayó en los poblados cercanos a la parroquia San Isidro. Su casa colapsó. El remezón quebró los palos de madera y desde esa noche, la del 16 de abril, no tiene el servicio eléctrico.
Ahora, 100 días después del terremoto, la situación no ha cambiado. Martha ha levantado una vivienda de madera en el terreno que un familiar le prestó, la energía aún no llega y la ayuda, asegura, nunca tocó su puerta. Martha vive en el kilómetro 43 de la vía San Vicente San Isidro. Para llegar a su casa hay que recorrer un camino rural durante 15 minutos.
Tras el terremoto del 16A, unas 7 mil casas se vieron afectadas en la zona rural, de éstas, 4.500 eran viviendas de agricultores, según un reporte del Consejo Provincial de Manabí.
AYUDA A “CUENTAGOTAS”
Fernando Solórzano, trabaja haciendo fletes en las comunidades rurales ubicadas en la vía de San Vicente a San Isidro. Él indica que hay unos 50 sitios al borde de la carretera o adentrados en las montañas donde la ayuda llega a “cuentagotas”. “Hay sitios que tienen luz, otros que no y algunos que nunca la han tenido porque se hallan demasiado lejos”, expresa.
Cesare Vacca, es un italiano radicado en el kilómetro 43 de la vía a San isidro. Lleva tres años viviendo en el lugar y a pesar de que su casa se ubica en un loma a cinco minutos de la carretera no tiene servicio eléctrico. Él dice que no ha recibido ningún tipo de ayuda después del terremoto.
Días después del terremoto, Martha Bazurto tuvo que comerse las gallinas que tenía en el patio y los huevos que guardaba para incubar. Fueron tiempos difíciles, recuerda. La comida escaseaba y el agua la recogía de la brisa que por esos días cayó en los poblados cercanos a la parroquia San Isidro. Su casa colapsó. El remezón quebró los palos de madera y desde esa noche, la del 16 de abril, no tiene el servicio eléctrico.
Ahora, 100 días después del terremoto, la situación no ha cambiado. Martha ha levantado una vivienda de madera en el terreno que un familiar le prestó, la energía aún no llega y la ayuda, asegura, nunca tocó su puerta. Martha vive en el kilómetro 43 de la vía San Vicente San Isidro. Para llegar a su casa hay que recorrer un camino rural durante 15 minutos.
Tras el terremoto del 16A, unas 7 mil casas se vieron afectadas en la zona rural, de éstas, 4.500 eran viviendas de agricultores, según un reporte del Consejo Provincial de Manabí.
AYUDA A “CUENTAGOTAS”
Fernando Solórzano, trabaja haciendo fletes en las comunidades rurales ubicadas en la vía de San Vicente a San Isidro. Él indica que hay unos 50 sitios al borde de la carretera o adentrados en las montañas donde la ayuda llega a “cuentagotas”. “Hay sitios que tienen luz, otros que no y algunos que nunca la han tenido porque se hallan demasiado lejos”, expresa.
Cesare Vacca, es un italiano radicado en el kilómetro 43 de la vía a San isidro. Lleva tres años viviendo en el lugar y a pesar de que su casa se ubica en un loma a cinco minutos de la carretera no tiene servicio eléctrico. Él dice que no ha recibido ningún tipo de ayuda después del terremoto.
Cesare usa unas 15 lámparas de queroseno en su casa para alumbrarse. Tiene una nevera que la tiene como repisa donde guarda hierbas en frascos y alimentos empaquetados. En el balcón ha colocado canastas donde coloca las legumbres para que se conserven con la temperatura fría de la zona que en ocasiones llega a 22 grados. “Lo mío no es de ahora llevo tres años pidiendo que me conecten la energía, pero no sucede”, explica.
En otra vía, la intersección que lleva de San Isidro a Jama, Angélica Córdova. El día del terremoto su casa cayó y quedó sin energía eléctrica. Desde entonces usa velas y vive en una covacha que armó con los restos de la misma vivienda.
LA MÁS AFECTADA. Johan Loor, coordinador zonal de la Secretaría de Gestión de Riesgos, manifestó que trabajan los fines de semana en la zona rural de Manabí identificando poblados que no han sido atendidos.
“La zona centro norte de Manabí ha sido la más afectada. Hemos intervenido con grupos los fines de semana llevando vituallas y carpas. Los problemas han sido identificados en Pedernales, Jama y la zona rural de San Vicente”, indica.
Javier Santos, gobernador de Manabí, indicó que en los primeros días luego del terremoto la ayuda fue dispersa, luego usaron los UPC, y posteriormente se coordinó con las Fuerzas Armadas. “Podemos decir que cubrimos la totalidad de la zona rural. Llegamos a los poblados con camiones y helicópteros”, expresó.
En otra vía, la intersección que lleva de San Isidro a Jama, Angélica Córdova. El día del terremoto su casa cayó y quedó sin energía eléctrica. Desde entonces usa velas y vive en una covacha que armó con los restos de la misma vivienda.
LA MÁS AFECTADA. Johan Loor, coordinador zonal de la Secretaría de Gestión de Riesgos, manifestó que trabajan los fines de semana en la zona rural de Manabí identificando poblados que no han sido atendidos.
“La zona centro norte de Manabí ha sido la más afectada. Hemos intervenido con grupos los fines de semana llevando vituallas y carpas. Los problemas han sido identificados en Pedernales, Jama y la zona rural de San Vicente”, indica.
Javier Santos, gobernador de Manabí, indicó que en los primeros días luego del terremoto la ayuda fue dispersa, luego usaron los UPC, y posteriormente se coordinó con las Fuerzas Armadas. “Podemos decir que cubrimos la totalidad de la zona rural. Llegamos a los poblados con camiones y helicópteros”, expresó.
El Relleno donde aún no hay luz.
Aún sin luz y con la esperanza de que haya noticias sobre lo que sucedió en El Relleno, sus moradores dicen que se han olvidado de ellos.
En este lugar el 16 de abril, cuando ocurrió el terremoto, se hundieron unos 700 metros de terreno, por lo que al lugar se lo conoce como “La falla de San Isidro”, parroquia en donde está el sitio El Relleno.
Los habitantes cuentan que tienen más de dos meses sin contar con energía eléctrica en sus casas debido a la caída de varios postes y el tendido eléctrico.
María Muñoz, moradora de El Relleno, manifestó que la vida en el campo sin luz es muy penosa, ya que la falta de energía les genera problemas para poder traer agua desde el pozo y poder hervirla, como siempre lo han realizado. “Ya se han hecho solicitudes para que se llegue hasta acá. Hay comunidades que ya se les ha restablecido el servicio, pero acá nada aún”, sostuvo Muñoz.
Fabricio Rivadeneira, morador del sector, manifestó que se tuvo contacto con representantes de la empresa eléctrica para darles a saber el problema que tiene la comunidad y se espera que haya una solución inmediata.
En este lugar el 16 de abril, cuando ocurrió el terremoto, se hundieron unos 700 metros de terreno, por lo que al lugar se lo conoce como “La falla de San Isidro”, parroquia en donde está el sitio El Relleno.
Los habitantes cuentan que tienen más de dos meses sin contar con energía eléctrica en sus casas debido a la caída de varios postes y el tendido eléctrico.
María Muñoz, moradora de El Relleno, manifestó que la vida en el campo sin luz es muy penosa, ya que la falta de energía les genera problemas para poder traer agua desde el pozo y poder hervirla, como siempre lo han realizado. “Ya se han hecho solicitudes para que se llegue hasta acá. Hay comunidades que ya se les ha restablecido el servicio, pero acá nada aún”, sostuvo Muñoz.
Fabricio Rivadeneira, morador del sector, manifestó que se tuvo contacto con representantes de la empresa eléctrica para darles a saber el problema que tiene la comunidad y se espera que haya una solución inmediata.
Maryorie Cedeño, vecina del lugar, recordó que cuando sucedió el terremoto, cientos de personas llegaban a averiguar lo acontecido. Semanas después, también la atención de las autoridades y funcionarios de varios organismos, pero ahora ya no saben nada de ellos.
“No sabemos qué resultados se han obtenido de los estudios de suelo del lugar ni qué fue lo que pasó en aquella fecha, dijo Cedeño. Arminda Loor recordó que cuando ella era una adolescente, observó frente a la casa de sus padres, justo en dirección a donde sucedió el hundimiento del sitio El Relleno, que unas luces de varios colores subían y bajaban de la tierra, pero no sabe si este fenómeno haya estado ligado a lo que ocurrió el 16 de abril.
Los habitantes dijeron que unos expertos estuvieron realizando un estudio de suelo para la construcción de la carretera y se encontraron con varios signos que les llamaron la atención, dejando inclusive marcados varios hitos con placas, las mismas que desaparecieron con el tiempo.
Loor dejó claro que los comentarios de ese entonces era que en la zona había una especie de “mina subterránea” que provocaba la presencia de destellos de luces, pero hasta el momento no saben si esto es realidad o producto de la imaginación.
“No sabemos qué resultados se han obtenido de los estudios de suelo del lugar ni qué fue lo que pasó en aquella fecha, dijo Cedeño. Arminda Loor recordó que cuando ella era una adolescente, observó frente a la casa de sus padres, justo en dirección a donde sucedió el hundimiento del sitio El Relleno, que unas luces de varios colores subían y bajaban de la tierra, pero no sabe si este fenómeno haya estado ligado a lo que ocurrió el 16 de abril.
Los habitantes dijeron que unos expertos estuvieron realizando un estudio de suelo para la construcción de la carretera y se encontraron con varios signos que les llamaron la atención, dejando inclusive marcados varios hitos con placas, las mismas que desaparecieron con el tiempo.
Loor dejó claro que los comentarios de ese entonces era que en la zona había una especie de “mina subterránea” que provocaba la presencia de destellos de luces, pero hasta el momento no saben si esto es realidad o producto de la imaginación.